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El valor de un tesoro escondido

1 min readFeb 16, 2021

Había una vez un sacerdote avaricioso y rico. Amaba las joyas y las coleccionaba, agregando constantemente más piezas a su maravilloso tesoro, el cual guardaba cerrado con seguros y oculto a cualquier mirada que no fuera la suya.

Ahora bien, este sacerdote tenía un amigo, quien lo visitó un día y expresó su interés en ver las gemas.

— Será un gusto sacarlas, así yo también las podré mirar — dijo el sacerdote.

Entonces la colección fue traída y los dos deleitaron sus ojos largo tiempo con el tesoro maravilloso, sumidos en completa admiración.

Cuando llegó el momento de partir, el invitado dijo:

— Gracias por darme el tesoro.

— No me agradezcas por algo que no has recibido — dijo el sacerdote — . Puesto que no te he dado las joyas y no son tuyas, en absoluto.

Su amigo respondió:

— Como sabes, he tenido mucho placer mirando tu preciosa posesión tanto como tú, por lo que no veo diferencia entre nosotros, como tú lo consideras. Excepto que tú tienes el problema y el gasto de encontrar, comprar y cuidar dicho tesoro.

Del libro “Cuentos de oriente para niños de occidente”, ed. De la tradición.

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Ludidactas
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