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Oraciones interrogativas

2 min readFeb 3, 2021

Para que exista una pregunta tiene que existir un querer-saber.

Si el querer-saber tiene un propósito ulterior, no es saber lo que se quiere sino eso otro ulterior. Cuando el escenario es este, llamamos a eso que se formula una consulta.

Si formulo una oración interrogativa con el fin de comparar la respuesta recibida con la mía, preconcebida, eso es una consulta, no una pregunta.

Busca un dato.

Regla de pulgar: Si la oración interrogativa propone una forma determinada de responderse, es una consulta. Por ejemplo: ¿cuántos años tenés? es una consulta: pide un número en respuesta. ¿En qué batalla pasó tal cosa? es una consulta: pide un nombre en respuesta. Respuestas preconcebidas (ya sea por quien interroga o por quien sea interrogada). O sea memoria.

En la pregunta hay misterio. ¿Por qué canta la ballena? ¿Por qué sucede el arcoiris? ¿Qué significan los patrones cíclicos del ser humano? Precisa un leer-la-existencia. Implica un moverse-a-averiguar-la-respuesta, en respuesta. Pensar activo.

Hoy no voy a dar vueltas. El caso es este: las consultas sirven para examinar, mecanizar, impresionar, clasificar, etc. Cada una de estas acciones tiene una función, no es que estén “mal”. Tienen su lugar. Incluso como parte del averiguar. Pero educar, no educan. La pregunta educa.

La pregunta educa. Alimenta.

Ahora… no puedo causar preguntas. La pregunta brota. ¿Cómo brota?

No por sembrar, regar y cuidar el árbol usted consideraría que lo causó, ¿nocierto?

Propuesta:
Busque dentro de sí
la pregunta.
Sepa a qué sabe.

Fíjese: ¿a qué sabe la pregunta?
Fíjese: ¿quién sabe?

El verbo fijar se formó a partir de fijo, y este semicultismo viene del latín fixus (clavado, hincado), participio del verbo figĕre (clavar, hincar), de donde vienen palabras como infijo, ahincar, ahinco, ficha, finca, afincarse, prefijo, sufijo, hito, hebilla y palafito.
— etimologias.dechile.net

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Ludidactas
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